Sin apellidos – Rivelino #1

Este post inaugura la sección “Rivelino“. Lluís Serra me mandó esta propuesta de texto y me pareció preciosa. Tan preciosa que hemos creado una sección para albergar este tipo de textos, que esperamos sean muchos más.

¡Larga vida al Rivelino!

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Paco no tiene apellidos. No ha sido propietario de ninguna imprenta ni ha sido galardonado con ningún premio. Paco es impresor y ha tocado el bajo toda la vida con el mismo grupo. Este es mi reconocimiento hacia él.

Comenzó como aprendiz de cajista en Gràfiques Canigó, en Figueres, cuando el plomo inundaba la mayor parte de los locales destinados a la impresión. Pasaba horas haciendo galeradas y limpiando tipos móviles, bajo la atenta mirada de Josep Maria Benejam, un impresor riguroso —que no soportaba ver tres guiones consecutivos a final de línea— y quien le transmitió el amor por el oficio.

Ya lo tiene, la tipografía, que intoxica y enamora a partes iguales. Para compensar los efectos nocivos del plomo, todos los días debían beber un litro de leche.

Yo también tuve la suerte de conocer a Josep Maria Benejam cuando todavía estaba en activo y, pese a la reticencia del primer momento, quitamos el polvo a una antigua Heidelberg de aspas y una Minerva de pletina.

Desde que nos conocemos con Paco, he aprendido a valorar los detalles y a entender el porqué de las cosas que hacemos. A él le fascina explicar cómo ha vivido el cambio industrial, y a mí me fascina escucharle.

Cuando le hablo de SuperTipo Veloz, él se refiere a ella como “aquellos marcos”, “lo único que teníamos para decorar un poco”. Los tecnicismos quedan aparte, pero sabe perfectamente de lo que habla. Cada vez que le he preguntado para qué servía una máquina u otra de gràfiques Trayter, donde ha hecho carrera profesional, la hemos acabado probando por algún u otro proyecto.

De las primeras cosas que me enseñó es cómo muchas imprentas de aspas han sobrevivido al paso del tiempo, y cómo todavía se utilizan hoy en día, para hacer troqueles y relieves en seco.

La mecánica es perfecta y funcionan como un reloj. No tuvieron la misma suerte los tipos de plomo, la gran mayoría de los cuales se vendió a peso para hacer espacio, ni los chivaletes, que se convirtieron en muebles meramente decorativos.

Si un factor imperaba, este era la escasez de recursos. Pero esto no era ningún impedimento para trabajar la creatividad, cambiando el color del papel o imprimiendo con distintos colores en un solo pase por máquina. Este recurso al que hoy día conocemos como Split Fountaint Printing, fruto del resurgimiento de la serigrafía, también se aplicaba en tipografía, mezclando diferentes colores en el tintero.

La primera vez que lo llevamos a la práctica con una pequeña máquina de un solo cuerpo fue todo un éxito. Queríamos representar el envero, la transición de color de la uva durante su maduración. De verde a lila. Los colores se iban mezclando lentamente en el batidor, dando paso a un degradado continuo y sin ningún tipo de trama.

Llevados por la euforia, volvimos a repetir la experiencia para el cartel desplegable en homenaje a los 50 años sobre los escenarios de Maria del Mar Bonet; esta vez con una máquina más grande, de dos cuerpos. Con la misma plancha de impresión mezclaríamos dos azules, en referencia al Mediterráneo. Tal fue la sorpresa al ver que los batedores de esta máquina, mayor y con más rodillos, fusionaban completamente los dos colores antes de que llegaran a la superficie del papel. Esto son cosas del directo, que diría algún presentador de televisión.

Así pues, haciendo gala de la improvisación, hubo que añadir paladas de color directamente al rodillo, a medio camino entre el tintero y el papel, para obtener el resultado que habíamos prometido al cliente. Como consecuencia, todos los carteles eran distintos, luciendo las azarosas aguas degradadas.

El aprovechamiento es un valor que hemos perdido y que debería recuperarse. Debería calcular en horas el tiempo pasado entre estibas de papel, eligiendo y barajando, entre partidas sobrantes o de encargos que nunca se han acabado produciendo.

De esta forma me ha enseñado las propiedades de diferentes materiales. Desde las transparencias del papel biblia, hasta la inestabilidad de color de la cartulina de pasta mecánica, conocida en el sector como “forro de talonario”. Conocer las propiedades te hace libre, permitiendo convertir los defectos en virtudes.

¡Cuántas tiradas hemos hecho llenando la imposición hasta el último agujero para reducir la merma al máximo! Postales, tarjetas, tarjetones, foto personal y punto de libro, si hace falta.

Si se enciende la máquina, que sea para trabajar. Duele el corazón ver las cantidades de papel nuevo que terminan en la papelera en cada proyecto.

Print is not dead. Lo creo y siempre lo creeré. Porque cuando alguien tiene pasión por lo que hace, lo intenta hacer bien; lo mejor posible. Así pues, buscad en las pequeñas imprentas, de vuestro barrio, vuestro Paco.

Porque la cosa no va a imprimir, va de amar.

Lluís Serra
Senyor Estudi