En septiembre me estrenaba como creadora de contenido en el blog del BLANC hablando de errores poco glamurosos.
Con Lluís Serra teníamos una conversación interesante referente a este post, que sinteticé en un hilo de Twitter.
Básicamente acuñamos el término “alpinista gráfico”.
En algún sitio había leído o escuchado (he sido incapaz de encontrarlo) que muchas de las muertes de alpinistas en las expediciones se producen al bajar, cuando uno/a ya está más “relajado/a” y el cansancio acumulado le puede hacer perder de vista el peligro que sigue teniendo la montaña.
En la profesión del diseño y la producción gráfica a menudo ocurre un efecto similar (salvando las distancias y entendiendo que hablamos de otro nivel de peligro). Cuando ya has hecho el trabajo duro, has escrito el contenido, lo has traducido, has seleccionado las imágenes, las has retocado, has maquetado, etc. ¡PAM! Se escapa el error.
Siendo este el último post del año 2020, me ha parecido interesante hablar de esta subida y bajada de la montaña, de los ciclos, del ir y venir, del terminar y volver a empezar.
Lejos de ver la montaña cual Sísifo y su maldición –aunque durante demasiado tiempo la viví así–, este año he aprendido a sentir los inicios y los finales como algo natural, como parte del camino, donde tiene igual importancia la subida que la bajada.
Intento bajar atenta, alerta, pero disfrutando del camino y respirando profundamente al ver, a lo lejos, la cima conseguida.
¡Felices alpinistas gráficos!